miércoles, 23 de marzo de 2011

Oraciones para la Catequesis



Orar es conversar con Dios, hablar con  nuestro Padre Celestial, para adorarle, alabarle, darle gracias y pedirles toda clase de bendiciones. 
 
Orar es hablar con Dios para manifestarle nuestro amor, tributarle el honor que se merece, agradecerle sus beneficios, ofrecerle nuestro trabajo y sufrimientos, pedirle consejos, confiarle las personas que amamos, los asuntos que nos preocupan y hasta desahogarnos con Él.

Este conversar  con Dios debe ser con sencillez y naturalidad.  Hablarle con nuestras propias palabras, porque Él conoce nuestro interior, sabe muy bien como somos y lo que necesitamos.  Además de la oración espontánea podemos usar oraciones ya compuestas como lo son las oraciones escritas por los santos. 

También podemos repetir pequeñas frases o jaculatorias.  Una jaculatoria que suelo usar con mucha frecuencia es;   "Ven Espíritu Santo y envía desde el Cielo un rayo de luz." 
 La oración no es una mera conversación que se queda en palabras (o no de ser).  Tiene que ser una conversación profunda y sincera donde disponemos de todo nuestro ser a Dios en forma oblativa.

La oración debe incluir:
 
    * Adoración - reconociendo la grandeza y majestad de Dios.
    * Alabanza -  por su infinita bondad y misericordia.
    * Ofrecimiento incondicional - para realizar la voluntad del  Señor.
    * Súplica de perdón -  reconociendo la pequeñez del que ora y las ofensas que hayamos cometido
    ante Dios y los hermanos.
    * Acción de gracias - por todas las bendiciones y favores recibidos.
    * Petición humilde - para obtener la gracia (santificante o actual) y para adquirir de parte de Dios
    los favores en nuestras necesidades. 
 
Para hablar con Dios no es necesario pronunciar palabras materialmente.  Se puede hablar también sólo con el corazón.  La oración no se aprende sale sola.  Lo mismo que no se aprende por si solo a caminar.  Hay que ir dando paso a paso y muchas veces tomados de la mano.  La oración por excelencia sale espontáneamente del corazón que ama a Dios.
 
La oración debe hacerse con atención, reverencia, humildad, confianza, fervor, perseverancia y con aceptación a la voluntad divina.  Hay que hacerla con fe muy firme de que si conviene, Dios concederá lo que pedimos; pero no podemos anteponer nuestra voluntad a la de Dios.  Esto sería una irreverencia y hace nuestra oración completamente estéril.

San Pablo explica muy bien  cuales deben ser las aptitudes al orar"Estén siempre alegres, oren sin cesar y den gracias a Dios en toda ocasión; ésta es, por voluntad de Dios, su vocación de cristianos."  (1Tes. 5, 16 - 19)  San Agustín da nos da la solución: "Oren con el deseo, aunque la lengua calle.  Si deseas amar ya estas amando. Tu deseo es tu oración.  Si deseas siempre tu oración es continua."  La perseverancia en la oración es fundamental.  Dios ya sabe lo que deseamos, pero Él quiere que lo pidamos; aunque a veces nos haga esperar.  Santa Mónica tardó treinta años en conseguir la conversión de su hijo San Agustín.

Es necesario orar, y orar a menudo, porque nos dice el Evangelio: "Pidan y se les dará; busquen y hallarán; llamen y se les abrirá la puerta.  Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y se abrirá la puerta al que llama." (Mateo 7, 7 - 9)  Nos recuerda en San Lucas que; "es necesario orar siempre y sin desfallecer." (Lc. 18, 1)  No podemos olvidar que Dios no nos concederá las gracias espirituales y materiales si no se las pedimos.

!Ojalá nos acostumbrásemos a tener ratos de charlas con Nuestro Señor en el Sagrario!  Es muy recomendable sacar ratos para hacer oración personal ya sea por la mañana con un ofrecimiento de obras y trabajos del día.  De igual forma, es muy recomendable hacer oración por la noche donde podamos realizar un examen de conciencia.  Sea cual sea el momento que dispongamos para la oración debe ser uno de recogimiento espiritual en nuestro interior.  El recogimeinto interior hará que llegue el silencio para poder llegar con mayor certeza ante la presencia de Dios.


La Iglesia Católica enseña:
    a) que para salvarnos es necesario orar;
    b) que sin orar , estamos más expuestos a caer en el  pecado;
    c) que aun para muchas cosas humanas es necesario o conveniente la oración;
    d) que si oramos frecuentemente pidiendo a Dios la salvación, y la conversión de los pecadores seguro allaremos la gracia de Dios.

Dice San Pablo que con la oración se pueden vencer todas las tentaciones. (1Corintios 10, 13)

Santo Tomás de Aquino el celebre Doctor de la Iglesia nos dice; que la oración es infalible, si se pide bien, algo necesario para la salvación eterna."   Si pedimos la salvación de otra persona, la eficacia depende de la voluntad de esa otra persona.  Es por tanto que es indispensable la perseverancia en la oración.  Recordemos el ejemplo de Santa Mónica con su hijo San Agustín.

Desde pequeño siempre escuche la expresión; "familia que reza unida permanece unida."  Esta es sin duda alguna la primera escuela de fe y por ende debe ser de la oración. 

Estas son algunas de las cosas que la familia puede y debe hacer junto (en comunidad) para crecer en la práctica de la oración. 
    * Leer un trozo del Evangelio; comentarlo, reflexionar y orar en torno
    a lo leído.
    * Bendecir los alimentos antes de comer y dar gracias la finalizar.
    * Rezar un misterio del Rosario cada día (familia-comunitario).

Costumbres que podemos crear al momento de manejar nuestro auto.
    - Rezar una jaculatoria corta, que nos distraiga en la carretera.
    - Escuchar música religiosa que nos mantenga en sintonía con Dios.
    - Pedirle a Dios que nos proteja mientras manejamos, de igual forma
    pedirle a María... (Santa María del Camino; Ruega por nosotros.)

Las dificultades en la oración.

- Las distracciones son las dificultades más comunes en la oración.  Estas pueden ser voluntarias o involuntarias.  Lo importante es saber retomar el camino. Nos desviamos pero volvemos a la ruta indicada.  Es recomendable pedirle al Espíritu Santo que nos guíe y nos mantenga en el camino de la oración.
- La aridez espiritual, por la que el corazón parece insensible a las realidades espirituales.  Muchos santos pasaron por muchas aridez.  Para esto el remedio es; orar y más orar.  Hay distinguir entre aridez y pereza.  Con la pereza no hay lucha espiritual, no se recoje el alma.  La pereza es simplemente flojera. 
- La rutina o tibieza del alma, con ella el alma va a la oración sin entusiasmo, sin fervor y nos parece la tarea más ardua.  Esta es una dificultad peligrosa que se puede convertir en un estado en que se debilita el alma y pierde poco a poco la energía espiritual.  Como el cuerpo se debilita cuando deja de comer así el alma se debilita cuando deja la oración.

Tipos de oración:

Oración vocal: es la base para toda oración.  Como iglesia que somos por el bautismo, con la oración vocal expresamos a través de gestos, cantos queremos manifestar nuestro amor hacia Dios.  Ejemplos de oraciones vocales lo son; el Ángelus, el Rosario, himnos, salmos y oraciones escritas por santos.  El Padre Nuestro es la oración por excelencia.

Oración litúrgica: es que la Iglesia entera reza como Cuerpo Místico de Cristo ya sea por la mañana (laudes) en la tarde (vísperas) y al llegar el descanso nocturno (completas).  Esta ha sido la expresión de amor comunitario en la Iglesia desde sus comienzos.

Meditación mental: esta se puede realizar sea en una capilla, en la propia habitación o en un lugar apropiado.  Podemos usar como base para nuestra meditación una lectura bíblica o lectura espiritual (de algún santo).

Consideraciones a tener cuando oramos:

* Purificación del alma y espíritu; la finalidad del cristiano es la santidad.  Por eso debemos buscar por medio de la oración el ser recto de corazón ante toda situación.

* Custodia del corazón; la pureza del espíritu y del alma no es un acto que se consiga para toda la vida.  Hay que estar siempre en vela... orando... orando y orando.

* Docilidad al Espíritu Santo; la dos consideraciones anteriores (pureza y custodia) forman en el espíritu cristiano las disposiciones necesarias para que el Espíritu Santo pueda actuar.

La Oración debe estar acompañada de:

* Espíritu de fe; el buen cristiano debe ver a Dios en todas las cosas, no solamente en la oración.  Por eso, debemos buscar a crear el hábito de que cada actividad en nuestra vida sea motivo de oración.  Esto es algo que solo lograremos cuando nuestro diario vivir sea signo constante de la presencia de Dios.  De esta manera la oración no será un punto aparte de nuestro diario vivir.  Toda nuestra vida se irá haciendo una con Dios.

* Recta intención; el espíritu de fe, que busca a ver a Dios en todas las cosas lleva lógicamente el ejercicio de la recta intención.  Toda nuestra vida se va transformando de tal forma que todo lo que realizamos queremos que sea para la gloria de Dios.  La recta intención ayuda a que alma no se desvíe en el actuar para no caer en un plano secularizado, donde la acción lleva la primacía.  La recta intención debe hacer que nos preguntemos si estamos cumpliendo o no la voluntad de Dios.  De esta forma, aseguramos que el alma permanezca unida a Dios, realizando lo que verdaderamente tenemos que hacer que glorifique a Dios.

La oración debe ser como el agua cristalina es por eso que debe estar acompañada de Espíritu de Fe y de recta intención.  El buen cristiano ve a Dios en todas las cosas y no solamente en la oración.  Como nos dice San Pablo: "Ya sea que comamos, ya sea que bebamos, o hagamos cualquier otra cosa, hagámoslo para la gloria de Dios." (1 Cor. 10, 31)  En otras palabras la oración debe transformarnos y cuando esto sucede todo se transforma en oración.

Los mejores ejemplos de como hablarle a Dios los podemos encontrar en el Evangelio.  Podemos apreciar con que sencillez le hablaban a Jesús.

¡Señor que vea!  Le decía el ciego...

¡Dame de esa agua, para no tener más sed!  Le pedía la samaritana.

¡Señor enseñanos a orar!  Le decían los discípulos.

¡Salvanos Señor, que perecemos!  Le gritaron los apóstoles cuando la barca se hundía.

¡Señor mandame a ir a ti!  Le pidió Pedro.

¡Señor ten compasión de mí, que soy pecador!  Murmuraba el publicano.

¡Señor, si quieres puedes limpiarme!  Le suplicaba humilde el leproso.

Mira que tu amigo, a quien tanto quieres, está enfermo.  Mandó a decirle Marta.

¡Aumentanos la fe!  Le pidieron los discípulos.

¡Acuérdate de mí, cuando estés en tu reino!  Le suplicó el ladrón.

¡Señor, danos de ese pan!  Le pidieron los discípulos cuando les prometió la Eucaristía. 

¡Señor, tú sabes que yo te quiero!  Le protestaba Pedro.

¡Mira, Jesús, que no tienen vino!  Se limitó a decir María intercediendo por novios en Canaan.

Así le hablaban a Jesús con sencillez, y Jesús no dejó de atender ninguna estas peticiones.

"Señor dame; la decisión para cambiar aquellas cosas que yo puedo cambiar.  La paciencia para aceptar las cosas que yo no puedo cambiar.  Y la inteligencia para distinguir una cosa de otra."

Dios... Bendiga... Amén

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